El movimiento juvenil en blogs y redes sociales adelantaba el panorama de descontento que ha estallado en Egipto
Pintada contra Mubarak en una manifestación. Fotografía tomada por una joven bloguera de Suez. Amira Altahawi.
El 4 de junio de 2009, Obama elegía El Cairo para emitir un discurso que se calificó de «histórico». En esencia, era un intento de acercamiento al mundo musulmán. Tocaba, además, un punto que con las revueltas egipcias actuales se ha revelado clave: internet. «En todas las naciones, los cambios provocados por internet y la globalización producen miedo. Miedo de que por la modernidad perdamos el control de nuestras decisiones económicas, o políticas», dijo el presidente estadounidense, adelantando la situación actual de Mubarak.
En Egipto hay más de doce millones y medio de internautas, un 21,2% de la población. Aunque en cifras de penetración sobre el total de la ciudadanía Túnez y Marruecos superan a Egipto, hay un dato en el que este país sobrevuela sobre el resto: la movilización. Más del 30% de los blogueros árabes son egipcios.
La inquietud entre los jóvenes egipcios ya latía en los blogs. Derechos humanos, censura, medios de comunicación libres, libertad de expresión... Los egipcios más inquietos llevaban años discutiendo sobre estos temas con total libertad en internet. Destaca la labor del «Egyptian Blog for Human Rights», mantenido por un joven activista digital muy seguido en twitter, Ramy Raoof. El 25 de enero, el primer día de las manifestaciones masivas, Raoof incluso colaboró poniendo a disposición de los asistentes varias líneas telefónicas, en las que abogados atendían las posibles vulneraciones de derechos de los asistentes.
Otro de los blogueros-estrella es Wael Abbas, un joven periodista cairota premiado por la BBC, CNN o Human Rights Watch. Manteniendo la postura combativa que siempre le ha caracterizado, ha estado denunciando los abusos de la policía y el ejército desde el comienzo de las manifestaciones, a través de la red social fotográfica «Flickr». De hecho, sigue haciéndolo, pese al apagón de internet ordenado por Mubarak.
También hay mujeres entre los líderes egipcios de la red. Sarah El Sirgany, periodista del «Daily News Egypt», hace una crónica diaria sobre las revueltas en su blog, «Sirgo's Labyrinth». Al igual que los anteriores, muestra una actitud peleona y favorable a las «nuevas generaciones».
Pero, grandes activistas aparte, el movimiento bloguero en Egipto está muy extendido entre los jóvenes en general. Uno de los perfiles más comunes es el de estudiantes que se autodefinen como «rebeldes» y que discuten sobre Derechos Humanos y democracia. La conversación continua entre este tipo de internautas, a remolque de la iniciativa de los blogueros más populares, tiene un papel muy importante en el éxito masivo de las manifestaciones.
El gran apagón
El apagón de internet que Hosni Mubarak ordenó el pasado jueves es muy sintomático del miedo a la red que Obama adelantaba. Y de una situación que un mandatario de 80 años que lleva 30 en el poder es incapaz de comprender: el poder de los blogs y las redes sociales no es algo que se pueda cortar apretando un botón, pero Mubarak, un hombre del siglo XX, no lo sabe.
El apagón, considerado el más intenso de la historia de internet, consiguió cortar el 97% del tráfico virtual egipcio. Pero ni las manifestaciones han cesado, ni han conseguido silenciar a los activistas online, que se han buscado la manera de seguir contando lo que pasa en el país.
Aunque muchos egipcios privados de internet ya no pueden leerles, sus blogs y twitters ofrecen al resto del mundo otra visión de las revueltas. Más allá de las lecturas políticas einternacionales de los hechos, en las manifestaciones masivas subyace un mensaje de futuro: la voz de una juventud inquieta, con ganas de cambios y a la que las redes sociales han otorgado una capacidad de organización inédita.
Mubarak no puede de asumir tantas novedades. Pero quizá el mismo Obama, que hace año y medio elogiaba a internet como medio de conocimiento e intercambio libre de información, tampoco fuera entonces capaz de imaginar las implicaciones políticas que podría alcanzar la red egipcia. El mismo Obama que animaba al país a buscar «libertad y democracia», y que ahora titubea ante la posibilidad de que se vuelva real.
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