1. Esperar a que se enciendan las luces del cine y girarse a ver las caras del resto del público aporta mucho a la película. Hay quien rompe a llorar, quien se queda callado y agacha la cabeza, o quien la mantiene bien alta y mira los créditos con una sonrisilla condescendiente. Balada triste de trompeta no admite medias tintas. O te metes de lleno en lo que estás viendo y dejas que te cale hasta los huesos, o lo rechazas de pleno y te dedicas a buscarle los errores. Yo he escogido la primera actitud.
2. En la historia del arte de nuestro país existe una división clásica entre la temática de la España blanca y la España negra. La blanca, luminosa y optimista, tiene en Sorolla su gran representante. La España negra, oscura y violenta, tiene uno de sus mayores apogeos como tema entre los pintores de la generación del 98 (Regoyos, Zuloaga, Gutierrez Solana).
La decadencia del impresionismo y el auge del expresionismo, la inestable situación española a finales del siglo XIX y el pesimismo noventayochista abonan el campo para que la España negra se convierta en el gran tema pictórico.
Álex de la Iglesia es el gran retomador de la España negra. De las miserias ocultas de una sociedad egoísta, cínica y despreocupada. Hay mucho de esto en Balada triste de trompeta, que retrata lo más mezquino de una sociedad que se esfuerza en mostrar la cara limpia. Algo parecido a lo que consiguió contar Luis Martín-Santos en Tiempo de silencio.
Un detalle: en cada una de las escenas en las que alguien está ejerciendo la violencia contra otra persona, hay muchas otras mirando alrededor, pero ninguna interviene. ¿Verdad que nos suena?
3. Seis meses antes de la guerra civil, Dalí pinta Construcción blanda con judías hervidas.Tras estallar el conflicto, el mismo artista la renombra añadiéndole la coletilla de Premonición de la guerra civil.
Más allá de la pequeña fantasmada de Dalí, pocos cuadros han definido con tanta precisión a la guerra civil. Una criatura amorfa y ciega, cuyas dos partes separadas tratan de estrangularse entre sí en una pelea desbocada y estúpida. A su alrededor, la nada.
Balada triste de trompeta es muy parecida al cuadro de Dalí. Demasiado tremendista para parecer real, pero demasiado incómoda para no tomarla en serio. Y al igual que el cuadro de Dalí, dibuja a dos esperpentos que quieren matarse a toda costa. Son los protagonistas de una gran payasada sngrienta y sin sentido. Y la raíz a la que apunta la película es otra gran payasada sin sentido: la guerra. Dos partes que hasta hace poco habían convivido como vecinas se van destrozando entre sí hasta quedar irreconocibles.
4. Álex de la Iglesia, con su indagación casi delirante en la violencia y la degradación de quienes la ejercen, tiene algo de Sam Peckimpah a la española. Hay una frase de Grupo salvaje, la obra maestra del director americano, que también tiene mucho sentido en Balada triste de trompeta: "Incluso los peores de nosotros quieren volver a ser niños. Especialmente los peores". De la Iglesia nos pone frente a un protagonista que anhela ser el niño que nunca fue, y otro que adora en los niños la inocencia que él no tiene.
5. No sé si Álex de la Iglesia es el mejor director de cine español en activo. Pero sí el que da más sentido al término "cine español". Esto es, un cine que consigue atrapar la esencia de un país. En Balada triste de trompeta, De la Iglesia lo hace a lo grande. Abarcando cuarenta años de historia, desde la guerra civil hasta el ocaso del franquismo, poniendo a sus protagonistas en mitad de acontecimientos de libro de historia o haciéndolos aparecer en el NO-DO junto al Lute.
Esto la convierte en una película que sólo podría haber hecho un español. Porque se alimenta de todo lo que integra una identidad nacional: historia, lenguaje, lugares comunes y temperamento. Una película que, si yo viese siendo extranjero, me animaría a querer leer un par de libros de historia española y alguna novela fundamental.
Hay mucho legado cultural. Mezclemos los perdedores que retrataba Velázquez, lo recargado de Goya, el pesismismo de Unamuno, los esperpentos de Valle Inclán, el sentido trágico de García-Lorca, el surrealismo Buñuel y Dalí, y el tremendismo de este último. El resultado de agitarlo todo es algo muy parecido a Balada triste de trompeta.
6. El final. Es como un puñetazo en los dientes que te da una mano surgida de la nada. El despertar de un mal sueño que sigue pareciendo muy real. Delante de tus ojos ves belleza quebrada, y resulta doloroso. Ves como por lo que los dos protagonistas se han convertido en bestias -y han ido dañandola mientras peleaban por ella, atención de nuevo al símil con la guerra- desaparece con un golpe seco. Y ves en los ojos de los protagonistas un momento de lucidez antes de dejarse caer en la locura sin remedio. Uno ríe y el otro llora.
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