viernes, 23 de marzo de 2012

El trivote, la alternativa fallida de Mourinho


[Análisis del juego del Real Madrid. Publicado en ABC en marzo de 2012]

El «triángulo de presión alta» le funciona cada vez menos al técnico, que lo ha utilizado cuatro veces esta temporada

José Mourinho es un técnico con una cara conservadora que no suele reprimir. En todos sus equipos ha considerado prioritario aportar músculo defensivo, que en sus sistemas habituales se traduce en una pareja de centrales sólida y un centrocampista de contención. Con eso suele bastarle para saltar al césped con tranquilidad. Pero a veces, como ha sucedido ante el Villarreal, el lado conservador de Mourinho hace metástasis y se le extiende por todo el cuerpo. El resultado: el luso desconfía de todo y llena el campo de escuderos. Despliega el trivote.

El triángulo de presión alta, como a él le gusta llamarlo, es un sistema al que se suele asociar con feísmo futbolístico. Y más en el Madrid, en el que suele conllevar juntar en el medio campo a Lass y Khedira, dos jugadores escasos en la creación, y renunciar a la fluidez entre líneas que aporta un mediapunta como Ozil o Kaká. Mourinho ha recurrido al trivote cuatro veces esta temporada, con resultados algo dudosos: dos victorias, un empate y una derrota. Ha sido un plan de emergencia que ha ido de más a menos efectividad.

El Valencia fue la primera prueba, el 19 de noviembre del año pasado. En este caso, el planteamiento no respondía solo a la desconfianza de Mourinho. Su equipo estaba jugando bien y con una buena racha de resultados, pero en menos de un mes se avecinaban tres partidos cruciales. Primero Mestalla, luego el Atlético y el Barcelona en el Bernabéu. Así que el técnico optó por experimentar con una alternativa que le evitase los habituales (y peligrosos) intercambios de contras. Presionar arriba, colocar dos líneas de trincheras y sacrificar espontaneidad para una seguridad sin fisuras. Probablemente tuvo mucho que ver Soldado, que entonces estaba en la cresta de la ola y podía sacar petróleo de la anarquía.

Del trivote, unido a la agresividad del Valencia, salió uno de los partidos más broncos de la temporada. Hubo ocho amarillas, continuas tanganas que interrumpieron el juego y un graderío furioso. El Madrid mantuvo el vigor durante toda la primera parte, pero en la segunda acusó el desgaste. Y en los últimos veinte minutos (tras el 0-1 de Benzema en el 19), sucedió justo lo que no quería Mourinho: el partido se desmadró y se puso en ese punto en el que puede pasar cualquier cosa. Las líneas se abrieron y se marcaron cuatro goles, dos locales y dos visitantes. El Valencia pudo apretar las tuercas. Los blancos terminaron fundidos, pero con tres puntos más. El trivote funcionó, aunque Mourinho comprobó que mantener noventa minutos el nivel físico que exige es misión casi imposible.

Así, el portugués se guardó en el armario el experimento y salió ante el Atlético y el Barça con el 4-2-3-1 habitual. Tardó dos meses en desempolvar el trivote, y lo hizo, esta vez sí, por una cuestión de desconfianza en sus jugadores. Fue el pasado 10 de enero, en la vuelta de Copa del Rey ante el Málaga. En la ida en el Bernabéu, los merengues se habían asomado al abismo al irse a los vestuarios con un 0-2 en contra. Al volver a saltar al césped hicieron los deberes y completaron la remontada, pero a Mourinho no le gusta el vértigo. Así que decidió blindarse en la Rosaleda.

Repitió sala de máquinas con Lass, Xabi Alonso y Khedira, pero aportó un detalle que construyó un equipo mucho más defensivo que en Mestalla: alineó a Coentrao de lateral izquierdo, lo que significó prescindir no solo de un mediapunta, sino de las contribuciones ofensivas de Marcelo. Sumado a que Pellegrini apostó por replegar a los suyos, esperar atrás con paciencia e intentar cazar un gol a la contra o a balón parado, el duelo fue para pedir el dinero de vuelta. El resultado natural hubiese sido un 0-0, pero una cantada de Willy Caballero dio la victoria madridista por la mínima, con diana de Benzema. Mourinho fue sincero a posteriori: «Hemos sido resultadistas y prácticos».

Así, ocho días después, quiso volver a ser práctico ante el Barça, en la ida del duelo copero de cuartos. Como quedó satisfecho con el aguante del trivote ante el Málaga y el doble pivote no le había funcionado la vez anterior contra los azulgrana, volvió a llenar el césped de trincheras. Echó más carne en el asador al subir a Pepe al trivote junto a Xabi y Lass, tomó dos decisiones que aún nadie se explica (alinear a Carvalho de central después de cuatro meses sin jugar y aAltintop de lateral), trató de apuntalar el lateral izquierdo con Coentrao y colocó arriba a sus tres hombres más ofensivos (Cristiano, Benzema e Higuaín). Es decir, una formación en tortuga con tres arqueros delante para que hiciesen la guerra por su cuenta. Un combinado partido en dos, sin conexión alguna entre la línea de medio campo y la ofensiva.

El resultado, un desastre. Los catafractos blancos aguantaron la pesadez de la armadura toda la primera parte, y el rastreador (Cristiano) cumplió con 100% de efectividad. En el único disparo a puerta madridista de la primera parte, salió a la contra y marcó. Pero el club merengue, acostumbrado a las incursiones en tropel hacia el gol, nunca ha estado cómodo manteniendo distancias cortas y haciendo el armadillo. Y menos ante el Barça. La sensación de que los azulgrana podían remontar en cualquier momento estuvo patente todo el partido, y Puyol la materializó cuatro minutos después de la reanudación. El míster corrigió en el 65 sustituyendo a Khedira por Ozil. El cambio llegó tarde.

Vista la debacle, y lo efectivo que le resultó arrojar los pesados escudos y sacar a los finos espadachines en la vuelta, se entiende que Mou volviese a desechar el trivote otros dos meses. Hasta el partido en Villarreal, hacia el que el Madrid ha recorrido un camino de involución. El equipo hizo uno de sus partidos cumbre cuatro días después de la caída ante el Barça, cuando su entrenador se quitó de una patada sus demonios conservadores y se atrevió a alinear un doble pivote con Granero y Xabi. De ahí hasta el partido contra el Racing, los blancos hicieron su mejor fútbol. Después, Khedira volvió junto al Mou medroso, se empezaron a acumular minutos en las piernas y el equipo ganó partidos (CSKA, Rayo y Betis) sin jugar bien.

El empate del pasado domingo ante el Málaga supuso una alarma que el rendimiento ya adelantaba, e hizo que Mou diese rienda suelta a su desconfianza con otro trivote ante el Villarreal. Tardó 28 minutos en recular y quitar a Lass para poner a Callejón, pero el equipo siguió jugando con los escudos por delante. Más cuando en la segunda parte entró Altintop por el lesionado motrileño. El estallido de ira final ha hecho olvidar mucho de lo que fue el partido del Madrid: arrítmico, desnortado y sin fluidez. El trivote no solo condiciona un encuentro: que Mourinho opte por él habla de un estado de forma previo.

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